🫀Costumbrismo sucio: ventanas rotas y tazas olvidadas
El límite entre el desorden y la adultez
Carta XXVII
Últimamente, en mi casa, la pica va cogiendo dimensiones terribles. A veces veo piezas de arte contemporáneo que encajarían perfectas en la sección de instantáneas costumbristas con visión cruda y realista. Si hiciera una foto diaria, hablaría más de mi vida que mi feed de Instagram.
En esas instantáneas habría restos mugrosos del desayuno con sus platos preciosos nuevos —que compré de una colección vintage de 1940— al lado de media lata de atún aceitosa, un trozo de queso fresco enganchado y seco, y sartenes con restos de huevo y tomate. No sigo hablando de esa roña que se queda en el desagüe porque no sé si esto se lee a primera hora, y me gustaría que siguieras. Me enerva verlo, y a la vez hago ver que no lo veo porque me inmoviliza. Creo que ser adulto es vivir en el eterno conflicto entre el orden y el desorden.
El eterno conflicto entre el orden y el desorden.
El orden impera en mi cabeza: quiero orden, quiero una pica limpia y la sartén dispuesta a hacer huevitos sin tener que pasarle el estropajo, pero a la vez quiero vivir más tranquila y bajar el umbral de lo que mi idea mental requiere. A
Entonces llega el palabro clave y más tontín que últimamente usamos los milenials: los límites. Esto es saber decir “hasta aquí”, pero sin ser violento, en resumidas cuentas. Yo le llamaba “hasta aquí”, pero ahora se llama “límites”. Pues el límite está relacionado con las ventanas rotas. El desorden llama al desorden, digamos, pero esto es una teoría criminal muy pensada.
Ventanas rotas y tazas olvidadas
La teoría de las ventanas rotas me la contó Quique hace muchos años, mientras dábamos un paseo. Mientras me señalaba cosas que destacaban por cochambrosas, me contó que en el Nueva York de los 90 esta teoría fue muy útil para lidiar con el crimen en la ciudad. Esta teoría dice que los signos de abandono o deterioro pueden incitar a comportamientos delictivos. Es decir, que una cosa abandonada da la sensación de que en ese sitio no hay ley, y por tanto se puede percibir que el incivismo es tolerado en esa zona. Es decir, que metafóricamente, si este tipo de acciones no son abordadas y gestionadas adecuadamente, pueden verse normalizadas.
“Los signos de abandono o deterioro pueden incitar a comportamientos delictivos.”
— Teoría de las ventanas rotas
Y ahora vuelvo a los fregaderos —una escala menor, claramente—. En la mayoría de oficinas tienes que fregar tu taza antes de irte, pero siempre hay uno, UNO, que deja esa taza sin fregar porque tenía prisa o lo que sea. Y por tanto, hay un segundo que dice: “hombre, si este no la friega, yo menos”. En poco tienes una pica llena de tazas sin fregar, y todo por una ventana rota —digo, una taza mal dejada. Aquí está el límite.
Mi fregadero es una ventana rota: llama al incivismo en mi casa, se expande (y se explaya🩵) y va creando pequeños surcos de incivismo casero. Pero el dilema de si fregar una única taza sigue vivo, y yo sigo debatiéndome entre el orden y el desorden. En casi todo.

Y esto me inspira:
🍽️Ane por mi cumple me regaló un libro increíble que se llama “Vajillistas: 275 años de señoras fieras y platos bonitos". Este libro me ha costado una vajilla (por ahora) pero me ha encantado este repaso histórico por figuras de mujeres de los dos casi 3 últimos siglos. Recomiendo mucho.
🏋️♀️Lo más constante que he hecho en estos últimos meses es hacerle caso a una Tik Toker que interrumpe en mi scroll para recordarme y guiarme en ejercicios de Kegel. Os juro que he notado mejora. Lo que no te puedes perder son los comentarios. Ojalá os salga a partir de ahora.
🐉Y para cerrar, MY ALL TIME FAVOURITE video de internet. No tengo duda. Si este video tiene 7.7M de views, yo creo que 1M son mías. Sin exagerar para nada. I rrrrreally love komodo dragons.
Y nada, hasta aquí la carta de hoy. Espero que encuentres el límite entre el orden y el desorden y no rompas ninguna ventana. He hibernado un poco pero creo que nos vemos en 2 semanas. Si has leído hasta aquí, es una suerte para mí <3. Si te ha gustado, házmelo saber, me haría muy feliz (¡mucho!). Y si te apetece más, suscríbete.
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Me encanta, gracias por esta lectura ✨